“Todo colectivo requiere confianza… ¿Por qué? En parte porque esperamos reciprocidad, pero en gran parte también por una tendencia natural a trabajar en colaboración en beneficio de todos.”– Tony Judt
La eventual solución a cualquier crisis global, así sea humanitaria, ambiental o financiera requiere de la participación colectiva de actores claves: sociedad civil, empresa privada y gobierno.
Hoy en día, las más grandes economías de la Unión Europea continúan debatiendo sobre nuevas políticas y regulaciones requeridas para el fortalecimiento económico y para evitar la caída de países como España y Grecia en recesiones devastadoras.
Es importante recalcar que los países destacados en tal debate– Alemania y Francia –no son los más y directamente afectados. Independientemente de su inclinación y propuestas; estos países son consientes del papel protagónico que desempeñan, para la estabilidad de casi todo un continente.
Ante este panorama internacional ¿Qué papel juega la cooperación y participación colectiva entre la triada mencionada? ¿Pueden funcionar como antídoto o fórmula activa para una crisis?
Reflexiones sobre Cumbres Internacionales y participación ciudadana:
Desde la Cumbre de Estocolmo de 1972; dónde se discutió por primera vez la problemática ambiental; hasta la más reciente en Río de Janeiro – Conferencia de Naciones Unidas sobre Desarrollo Sostenible o Rio+20, puedo destacar dos reflexiones:
– Primero: Han sido efectivas y a la vez fallidas:
Ya que han despertado la conciencia global de que hay una problemática ambiental que es global, pero aún no han incitado una responsabilidad compartida con una ética de sostenibilidad. De este modo el mayor desafío es conectarnos como ciudadanos globales e impulsar el cambio, por varias razones:
1. La sociedad en general, la cual es finalmente la que lleva todo el peso de la crisis, está aletargada en su mayoría.
Sin embargo una minoría está pisando fuerte y planteando las soluciones, las cuales se ven oscurecidas por la falta de voluntad política de los lideres respectivos.
2. Las empresas se enfocan en su meta continua de ganancias económicas y no dejan atrás la visión a corto plazo.
3. Por último, los gobiernos temen perder su reconocimiento político con miras a próximas elecciones y no son críticos en sus apuestas a soluciones con miras a la largo plazo.
-Segundo, el futuro que queremos va más allá de acuerdos internacionales:
La convocatoria de la mayoría de estados no es suficiente para llegar a un acuerdo sustantivo, ni siquiera voluntario, que abogue por el futuro de todo un planeta. Es aquí donde muchos ciudadanos pierden la esperanza en los sistemas internacionales como la ONU y se llega a pensar que no hay más allá. Es aquí entonces, donde además de la importancia que puede llegar a tener un organismo multilateral o estados independientes; la participación colectiva de los ciudadanos es la verdadera impulsadora del cambio y puede llegar a ser ese catalizador tan deseado.
La implementación de acuerdos, políticas globales e iniciativas ambientales son y seguirán siendo posibles, solamente si la comunidad, en su nivel más puro y local, trabaja en colaboración y en confianza.
En el 2011, asistí a la conferencia anual de la ONU sobre cambio climático, celebrada en la cuidad de Durban, Sudáfrica, y entre muchas experiencias y lecciones, aprendí que cada individuo o ciudadano es un agente de cambio. Más aun cuando se habla de medio ambiente, de aquello que nos cobija en cada instante de nuestras vidas. Es el aire que respiramos y la comida que consumimos. La crisis ambiental nos está afectando ya, con sequías en varios territorios, heladas invernales y veranos ardientes como el de éste año en Estados Unidos.
[pullquote]Cada individuo o ciudadano es un agente de cambio. Más aun cuando se habla de medio ambiente, de aquello que nos cobija en cada instante de nuestras vidas. Es el aire que respiramos y la comida que consumimos[/pullquote]
Me pregunto entonces, ¿por qué no trabajar colectivamente contra el cambio climático? Es una situación que nos afecta a todos hacia el futuro que queremos para nosotros y las próximas generaciones. Desgraciadamente hay algunas tendencias humanas – la codicia, avaricia y el poder – que a veces hacen que no sea posible; definitivamente un tema para otro artículo de reflexión.
Por ahora, quiero enfocarme de manera muy básica en llevarles y darles a conocer el valor, la viabilidad y el impacto del trabajo comunitario y la cultura de la colaboración.
En mi siguiente artículo compartiré casos sobre: colectivos ciudadanos, grupos ambientales y activistas de corazón.
Casos, de los cuales necesitamos más, para no perder el valor ni las ganas de trabajar por una meta en común; sin olvidar que es fundamental el trabajo de la comunidad internacional, el cual se verá reflejado en acuerdos a nivel de gobiernos del orden nacional, regional y local.
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